Miscelánea cultural y poética cotidiana

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lunes, 17 de julio de 2017

Las Musas de Natalia Lafourcade en Guanajuato

De folclor y posmodernidad

Con una gira por los teatros históricos de Puebla, Guanajuato y Oaxaca, Natalia Lafourcade da a conocer su más reciente álbum: Musas (en manos de Los Macorinos). Dicho disco fue hecho por la cantante con la intención de “divertirse y pasársela bien”, ya que después del éxito de Hasta la raíz, Natalia tenía la inquietud de buscar los pilares de su propia identidad como cantautora mexicana y latinoamericana.

Es así como nace Musas, que contiene temas de Violeta Parra, Roberto Cantoral y Chavela Vargas; Natalia rejuvenece esas canciones imperdibles y las acerca a las nuevas generaciones, algo que ya había hecho con la música del “Flaco de Oro”, Agustín Lara, en su álbum Mujer divina.

Sin embargo, Musas también contiene temas originales, nacidos de pasiones e inquietudes, como lo son Mi Tierra Veracruzana, que la artista canta al lugar que la vio crecer, con todos sus olores y paisajes; también Soledad y el Mar, dedicada, como ella dice, a esa musa que a veces es amarga, pero también puede ser dulce. Otras son catárticas, como Rocío de todos los campos, que escribió a una amiga suya que falleció el año pasado, y que le transmitió su pasión por la vida.

Desvistes tu cuerpo y tu alma / para en el agua nadar. / Libre serás, para siempre, para siempre / mariposa morada entre bambú.
La cita fue el 8 de julio a las 8:00 de la noche en el Teatro Juárez, Gto. La gente fue llegando de par en par, en grupos, y se sentaba, esperando a Natalia con paciencia, pero lo primero que nos mostraron fue una proyección de un pequeño documental sobre la experiencia de hacer Musas, en la que los productores e integrantes del proyecto compartían sus impresiones sobre el álbum.
Cuando acabó el documental, aparecieron Los Macorinos y nos deleitaron con una corta melodía, demostrando que no por nada fueron músicos de cabecera de grandes artistas como Cri-Cri, Chavela Vargas, José Alfredo Jiménez y un largo etcétera.
Finalmente hizo su aparición la protagonista de la noche, y acompañada por las guitarras y voces de Miguel Peña y Juan Carlos Allende (nuestros Macorinos), comenzó el concierto con canciones como Qué he sacado con quererte y Son Amores, seguidos de éxitos como Te vi pasar y Tú sí sabes quererme.. También presentó algunos temas que estarán presentes en Musas vol. II, como Luz de Luna, de Chavela Vargas, y Alma mía de María Grever.
Si yo encontrara un alma como la mía / cuántas cosas secretas le contaría. / Un alma que al mirarme, sin decir nada, / me lo dijese todo con la mirada.
Y ya que se volvían a las raíces, Natalia se fue fiel a sí misma e interpretó Nunca es suficiente, Hasta la Raíz y Para qué Sufrir, así como María bonita y Piensa en mí, obteniendo al unísono el coro de sus seguidores.

El trabajo que está haciendo Natalia es un himno al folclor latino, así como una llamada de atención para las generaciones jóvenes, que bien pueden no seguir su música, pero es imposible que no reconozcan el talento de artistas aún más grandes, que vienen detrás de todos los contemporáneos, y lograron capturar en sus composiciones la forma de amar, de sufrir y de vivir como latino.

¿Quién no suspiró con el pequeño coro que decía “café con pan, café con pan…” de Mi Tierra Veracruzana?, ¿quién no ha dicho “cabrón” cuando ha sufrido una decepción amorosa como en Te Vi Pasar? Y es que el mexicano siempre volverá a sus raíces, ya sea en el lenguaje, la comida o las costumbres, todo aquello que conforma la identidad cultural de un pueblo. Hay que reconocerlas e integrarlas a la vida diaria, y no caer en el malinchismo del que siempre hacemos gala.

Se debe reconocer el buen tino de Natalia por traernos un álbum tan comprometido no sólo con su intimidad, sino con la identidad de México. Un país cuya tierra “roba besos y da primaveras”, y que está siendo reconocida poco a poco en el mundo, de forma que sepan que no es sólo tacos, sombreros y tequila.

Las raíces y tradiciones están ahí, profundamente arraigadas y conviven dentro de nosotros en un mundo líquido, en el que el Internet muchas veces nos hace experimentar en una especie de “des-sincronía”, una resistencia al presente y la realidad.
Es un problema que está ahí pero es incómodo evidenciarlo, así que cuando la cantante pidió al público que intentaran disfrutar la música y conectar con ella, dejando de lado celulares y redes sociales para que pudieran estar “completamente presentes”, recibió una risa incómoda de parte del auditorio. 

Espero que proyectos como Musas acorten esa brecha que los jóvenes tienen a veces al estar deslumbrados por otras culturas, la estadounidense por ejemplo, que básicamente es una oda al consumismo y a lo que “debe ser”, y los alienan de su entorno y sus orígenes.

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