Es la tercera vez en la semana que el ruido lo
despierta a las 4 de la mañana. Escucha cómo tropieza con los muebles; esconde
la cabeza bajo la almohada, desesperado. Detesta que haya bebido tanto y que se
vaya a la cama con un hombre mayor que él. “Ahora tendré que escuchar sus
gemidos hasta en mis sueños”, piensa, y se duerme, se obliga a dormirse.
Se levanta con la
inercia de hacer café e ir al baño. Se mira al espejo, descubre las mismas
ojeras, va al baño y después a la cocina. Mientras el agua está lista, va a
despertar a su sobrino. Yace desnudo en una cama vacía y desordenada; lo mueve,
primero con un pie, después se inclina y le zarandea por un hombro. No sabe por
qué despertarlo lo tranquiliza.
Su sobrino lo mira con
odio cuando abre los ojos, pero acepta el café que le ofrece. Lo toma con
leche, a diferencia de Madara. Hace mucho tiempo que dejó de prohibirle o
pedirle cosas, sólo lo observa y espera que no se mate a sí mismo. “¿Te lastimó?”,
le pregunta al ver los moretones del cuello y las muñecas. Itachi niega con
lentitud y siguen tomando el café.
Es como cualquier otro
día de la semana y ambos saben que volverá a repetirse. No tienen demasiada
fuerza para impedirlo, así como ninguno quiere tomarse la molestia de admitir
lo que siente por el otro; tan acostumbrados están a la soledad. La renta, la
comida, el aseo, el trabajo, la escuela… Todo eso son escusas y distracciones.
Los amantes son algo reciente que parece que no lastima a nadie.
Todos los días sucede.
Nadie sale herido. Porque al día siguiente hay café, hay “buenos días”, hay
miradas, el mismo aire respirado, “ya me voy al trabajo”, “¿puedes comprar
leche antes de volver?”, “¿llevas abrigo?”, “vete a dormir”, “Estoy aburrido,
vayamos a caminar…”
La inercia los hace un
poco felices; el peso del tiempo y la costumbre les gustan. Los hace
olvidadizos. Pero tienen miedo; cuando están solos, piensan en huir sin decirle
al otro. Pero no parecen ser capaces de consumar el pensamiento, y entonces
vuelven a casa, donde hay “buenas noches”,
amantes, y café al despertar…