Miscelánea cultural y poética cotidiana

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sábado, 22 de octubre de 2016

La inercia de los días

Es la tercera vez en la semana que el ruido lo despierta a las 4 de la mañana. Escucha cómo tropieza con los muebles; esconde la cabeza bajo la almohada, desesperado. Detesta que haya bebido tanto y que se vaya a la cama con un hombre mayor que él. “Ahora tendré que escuchar sus gemidos hasta en mis sueños”, piensa, y se duerme, se obliga a dormirse.
Se levanta con la inercia de hacer café e ir al baño. Se mira al espejo, descubre las mismas ojeras, va al baño y después a la cocina. Mientras el agua está lista, va a despertar a su sobrino. Yace desnudo en una cama vacía y desordenada; lo mueve, primero con un pie, después se inclina y le zarandea por un hombro. No sabe por qué despertarlo lo tranquiliza.
Su sobrino lo mira con odio cuando abre los ojos, pero acepta el café que le ofrece. Lo toma con leche, a diferencia de Madara. Hace mucho tiempo que dejó de prohibirle o pedirle cosas, sólo lo observa y espera que no se mate a sí mismo. “¿Te lastimó?”, le pregunta al ver los moretones del cuello y las muñecas. Itachi niega con lentitud y siguen tomando el café.
Es como cualquier otro día de la semana y ambos saben que volverá a repetirse. No tienen demasiada fuerza para impedirlo, así como ninguno quiere tomarse la molestia de admitir lo que siente por el otro; tan acostumbrados están a la soledad. La renta, la comida, el aseo, el trabajo, la escuela… Todo eso son escusas y distracciones. Los amantes son algo reciente que parece que no lastima a nadie.
Todos los días sucede. Nadie sale herido. Porque al día siguiente hay café, hay “buenos días”, hay miradas, el mismo aire respirado, “ya me voy al trabajo”, “¿puedes comprar leche antes de volver?”, “¿llevas abrigo?”, “vete a dormir”, “Estoy aburrido, vayamos a caminar…”

La inercia los hace un poco felices; el peso del tiempo y la costumbre les gustan. Los hace olvidadizos. Pero tienen miedo; cuando están solos, piensan en huir sin decirle al otro. Pero no parecen ser capaces de consumar el pensamiento, y entonces vuelven a casa, donde  hay “buenas noches”, amantes, y café al despertar…

1 comentario:

  1. ¡¿Porqué siempre todo es tan intenso con ellos?!, me encanta el concepto de "La inercia", que es la que los mantiene cuerdos, en órbita, pero cuando se encuentran solos tienen miedo y piensan en huir. Es que la rutina es un sedante, porque es cómoda y te hace olvidar que detrás de todo hay vacío.
    Gracias por compartir, ¡como adoro lo que escribes!

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